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28.8.10

 PARÁBOLA DE LA PULGA PRUDENTE * -
¿Conocéis esa admirable página de Barabar: "La pa­rábola de la pulga prudente"? Se explica en ella cómo trabajan los domadores de pulgas. Las meten en una caja de cristal, sin enseñarles qué cosa es el cristal. Y las aban­donan a su naturaleza. La pulga —segura de su fuerza— salta. Pero no cuenta con el cristal. Salta y tropieza; vuelve a saltar y vuelve a chocar. Calcula el domador que
para la inteligencia de la pulga no son precisas muchas pruebas, sino diez veces diez. A los cien saltos —esto es, a los cien golpes— la pulga está ya madura. Pueden sa­carla de la caja sin riesgo de que vuelva a saltar. Ha adquirido la "experiencia" que se quería. Ha aprendido la gran lección. Consiste en saber que el espacio libre vale poco. Se le ha reducido el cielo, que es ya más corto que el salto de una pulga. Humilde, escarmentada, dócil para ser amaestrada y enganchada luego con otra compañera igualmente sumisa, la pulga puede servir lo mismo para la agricultura que para la barraca de una feria.
Bien. Ya tenemos a la pulga fuera de la caja de cristal. Sólo que sea muy rebelde ha de seguir saltando. La táctica del domesticador en principio no falla nunca. Falla sólo cuando la pulga se obstina en seguir saltando. Y esto es, precisamente, lo que siempre ocurre.
Con el hombre pasa lo mismo que con la pulga. Cuan­do el sistema pedagógico falla se lo elimina. Esto es: cuando la pulga es pulga y el hombre es hombre. Éste no escarmienta nunca. Es más testarudo que la pulga. Su prodigiosa elasticidad es, casualmente, lo que le ha permi­tido mantenerse erguido a través de las edades, salir de la selva común, abandonar Troglodia. Los domesticadores idearon para la pulga un duro cielo de cristal. Los domes­ticadores del hombre idearon la invisible comba de un "tabú". Tiene más fuerza que la breve muralla traspa­rente. No se lo vé. Penetra. Paraliza. Inutiliza. Y tiene el prestigio que le da su origen totémico, religioso.
El hombre sólo puede ser amaestrado, dominado por el tabú, abatido por ese soplo polinesio. Pero hace falta fe, para que el poder se ejercite. Y no sólo en los que lo aplican. El sistema pedagógico del tabú no falla. Cuenta entre sus ingredientes con el miedo. Y con la creencia en el miedo. Pero cuando el oculto resorte estalla, salta otra vez la pulga, se restablece otra vez la gloriosa verticalidad del hombre.
* 1931 Prohibido Prohibir / Por Deodoro Roca








Kiki Roca ___16.6.2010

25.8.10

mi vecino el asesino

Deseo un vecino
no para pedirle limón, ni azúcar, ni nada,
solo pido que no sea asesino,
que no quiera matar mi jacarandá...
el que crece en medio del jardín.


Ya asesinó a tres de la vereda


Y ahora va por el de adentro


Se le sumaron otros dos asesinos


Todo porque al árbol se le caen
las hojas y flores violetas


Como hago para cambiar los
vecinos asesinos por ciudadanos?






Valentina Cuello 20.08.2010









23.8.10

Quizás sólo se trate de un deseo, o podría también tratarse de una ciudad que fue amada infinidad de veces, con ritmos orgullosos y por momentos también humildes.
Me desespera mi actual disponibilidad y la de mis calles en las que me reconozco; en ellas también fui yo mismo, muchas veces junto a otros.
Estoy disponible. Me declaro cansado de mí mismo y de mis más cercanos. Ciudad, aunque no tengo más urgencias que las de mis colegas, exijo que tus calles me reclamen. Quiero conocerte de nuevo sin volver el tiempo atrás.
Las urnas han rebalsado de complicidad y apatía y ya ni siquiera sirven como pretexto. Soy uno más, entre miles de arrendatarios de la palabra democracia. Me conformo de manera mezquina con esta renta, que en el mejor de los casos es de pan para hoy y hambre para mañana.
Ayer fui al supermercado por una compra mínima; en la cola delante de mí, una pareja conversaba. Sus productos (los de ambos sumados)no llegaban a 20, pero los habían dividido en dos carros y así pagar en la caja rápida (hasta 10 unidades).
Ciudad, me gustaría algo más que un lugar donde plantar cartel con letras de neón anunciando mi negocio.
Quizás sea aquel reflejo que olvidamos o una lluvia de recetas en blanco. Creo que caminaremos entre ladrillos sin mar y sin dueño y nos detendremos a mirar carteles de letras mutantes.
Soñaremos con un transparente infinito como lugar de ensayo previo a nada, también con un vecino a quien acudir cuando nos quedemos sin limón para ponerle a la milanesa.
Quizás sólo se trate de un deseo, ¿acaso podría tratarse de otra cosa?
Lucas Di Pascuale, Córdoba 2010.