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6.9.10





Cierta persona decide utilizar el espacio público para hacer una denuncia en graffiti. En medio de la acción alguien le descubre y escapa.
La frase queda escrita solo en su inicio y tan solo se puede interpretar una negativa atemporal y neutra.


Sin quererlo el autor hizo una denuncia abierta e interactiva que nosotros aprovechamos para demandar el silencio institucional hacia el ciudadano en todas sus aristas; como motor generador de una conciencia colectiva, de infraestructas de lo común, etc. Un mensaje negativo tan descarado y evidente como el que nos comunican a diario nuestros dirigentes.




Por Darío Tobes   23.08.2010




Por Mara González   26.08.2010



Durante un paseo en compañía de un matrimonio con el que habia establecido amistad, pasamos cerca de la casa en la que yo vivia en la isla. Sentí deseos entonces de fumarme una pipa, pero al no encontrarla en mi bolsillo me pareció el momento oportuno para ir a buscarla a mi habitación, donde, a buen seguro, estaría en la mesa. Con dos palabras rogué a mi amigo que se adelantaracon su mujer mientras yo recogía la pipa.
Retrocedí, pues, pero no me habria alejado ni diez pasos cuando, al palpar mis bolsillos, noté que la llevaba encima, de modo que, cuando aun no habia transcurrido ni un minuto, mis acompañantes me vieron reunirme con ellos y la pipa ya despidiendo nubes de humo. "estaba efectivamentesobre la mesa", aclaré por capricho incomprensible. En la mirada de mi amigo asomó algo que se asemejaba a la de quien despierta tras un profundo sueñoy todavía no sabe muy bien donde se encuentra realmente.
Reemprendimos nuestro camino y reanudamos la conversación. Minutos después volví sobre el intermezzo. "¿cómo era posible que que no notaran que lo que yo le habia dicho era imposible?". "Me di cuenta-me contestó él trás una corta pausa- y quise decir algo, pero pensé, ¿por que había de engañarme?


LA PIPA
historias y relatos
walter benjamin
pag. 69 




por la belkys 26.08.2010







Por Gonzalo Biffarella   25.08.2010



____________________________________________VECTOR DE ALREDEDOR


El poliedro no alcanza a sostener la dureza afelpada que lo envuelve, y en el perímetro de esa masa de metal pulido se cae. Como si de tanto ser geometría los bordes se disolvieran, como si de
tanto ser presencia los planos se contrajeran alcanzando su propio contorno de invisibilidad.
En la cuadricula de pesos que sostiene el aire las fuerzas desanudadas redefinen lo situado.
Ninguna arquitectura sostiene afuera, cuando en anulación del límite los vectores desmarcan umbrales. Huracanes de metal, cuerpos amurados al aire. Cuál es la consistencia de los poderes
de lo representado. Cuántas noches compila esta noche. Cuántos gestos contiene una escritura improbable sobre un muro. Altígrados en paneles de desiertos derramados, las fibras más intratables del cuerpo (de lo social, incluso) hacen ver la continuación de la tarde con el color de los espejos falsos. Camino en una ciudad sustituta. El rastro trae no-paisajes, zonas, geometría que condensa el corrimiento de estratos. Atmó-sfera/ atmó-elipse, (curvatura en jerarquía de los espacios vacios).
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Me ubico en una zona indeterminada, transterritorio entre una ciudad (Villa María) desde donde vengo y otra ciudad (Córdoba) hacia donde voy. Co-existo, entre ambas, rebordeando el borde de la imprecisión.
Si desintegrar la distancia es deslizar lo llano desgastando superficies. Transitar es sustituir los pasos de algún otro. Ser-con, donde la ciudad no se limita a ser construida por superposición de pasos en espesura. Sino que es en la conexión continua del ser recíproco, el incesante desplazamiento que los pasos le imponen al territorio. Ser-junto a, ahí donde habitar no sea necesariamente marcar un territorio, sino amplificar el terreno con el sonido de los tránsitos. Ahí donde acceder a la conciencia de habitar, sea prestar escucha a un cúmulo de lenguas- transvoces
en mezcla construyendo pensamiento en pluralidad. Conciencia confusa sin sustancia, capas superpuestas de viento, el aire, difuminando los enfoques. ¿Y de quién es el sitio del extravío en los límites que designa lo existente?
Qué enunciamos como comunidad, con qué hacemos común, quién entra en este nosotros.
Habitar, pero a menudo habitamos en lo vaciado de visión, otro giro de lo hueco, tumba de luz, en luz. Residimos en pedestal de lo mirado, brotes rígidos de horizonte, pegoteo de tendón y viento.
¿Mirar transversalmente por encima de lo asentado sería ya no tener que ser en afirmación?
Redondea el peso, el hueco de la densidad. Vivimos la zona en la inversión del contraluz, transcurrimos a oscuras pisando lo sombreado, entre palabras en contraseña de una luz molida.
Intuimos, (lo que resplandor en red es perpetuamente crujido, vaciado de_ impregnándose), en interlocución opuesta se es siendo, para otro, persona.
Empalme de las zonas, estado de juntura donde los cuerpos empiezan a estar insuficientemente disipados y condensan. Cuando habitamos en el pase del pasar_ hay interpenetración en el cruce_ y el contacto es lo único que subyuga la frontera. Entonces, organismos-espora en multiplicidad, individuos oscilando en dispersión. Savia en briznas entrelazando el aire, enredadera adentro.
Suspendidas en los entreactos del aire, las zonas esperan más allá de cualquier designación, más acá de cualquier designio, porque indestinada es la reserva inagotable de lo indefinido.
Memoria anónima, archivo de nadie. A veces la zona se vuelve inhabitable, condición de cuerpo desterrado. Quién delimita las zonas, quién demarca el afuera, quién incluye, qué se incluye.
¿Espejismo sobre la zona, o la zona es el espejismo?


Cuestión de distancia, irrealidad de las zonas. No se llega a ver la zona, el transito que lleva los cuerpos se desvanece en la víspera. Red de grietas alrededor del no centro, aire agrietado por
donde la piel transustanciada se filtra, imagen pero no habitáculo.
Desde los poros nos cae llanura. Lisura de la zona, las pupilas vibrando en tímbrico ya no demarcan lo único (de la identidad). Mórbido sin nervaduras de una materia sin opinión, desolación
del alma de la zona. Conservación de lo matérico, por debajo de los matices, los cromas, las perspectivas, las cotas, las codas, corpúsculos deambulando sin metas, ebullición informe de lo
larvario indomesticado de la materia. La carne agota el paisaje y recoge en pliegue la extensión transpersonal de la caricia. Recién entonces transitamos abandonados a lo que nos respira, seres
ventosa, cualidad táctil de lo aéreo, maleza de aire, nuestras pieles musgo cubriendo las grietas.
Seres en humanidad de gestos despellejados, con los hombros ya, cubiertos de polvo en lo tan de la detención. Cómo narrar la inconmensurabilidad de la zona. ¿Dejar que el rastro nos cubra y
nos demarque, abandonarse al cubrimiento del polvo, al azar de ser escrito por el polvo? Crías de polvo, que el tiempo nos construya el verbo: el se cubre, se muestra, se recupera, se vive junto a,
se imagina.
Entonces con qué imagen cubriremos eso que nombramos como ciudad. ¿Pueden agruparse las zonas de esta ciudad? ¿Forman una teoría de conjunto por ser zonas? ¿Se zonifica la presencia?
¿Por qué grieta pasan las imágenes de esta ciudad? ¿Qué dejan entrever sus imágenes? ¿Qué hay de imaginario (social) en las imágenes?
¿La imagen es la borradura anterior, a las coordenadas de visibilidad, o es infinitamente posterior?
Pero entonces qué buscan las imágenes ¿retener el desvanecimiento? ¿desterrar el retroceso?
Miseria de las imágenes para mostrar lo que intentamos ver. Imagen diferida, siempre ubicada en una zona-lugar que no está ahí. La luz no inscribe, templa. Si esa afirmación fuera reemplazar la
orilla del acceso, contaríamos con signos de tungsteno izándose, numerales eléctricos, arriándose, guiones titilando como espacio-tiempos suspendidos de la posibilidad.
Podríamos ver entonces en/desde los guiones-borraduras que habitan las co-existencias, zonas a ser desplegadas más allá de las fronteras (artificiales) que impone la pertenencia a una ciudad
o a cualquier otro territorio o a cualquier otra propiedad. Falla, borradura ahí de lo que inscribe.
_Aire crudo, este estado afuera-adentro de lo respirado. Encrucijada de lo respirante adentro, raspadura en retrato de tiempo percutido de serenidad. Qué busca sintetizar la sangre, su recorrido, delimitado pero nunca el mismo. ¿Un pequeño templo, donde templar una estatua interior? Piel –coagulo-uña-cristalino-huella-rostro-nombre-digital- ordenes de un saber que no nombra lo demasiado. La suba en el hilván de esa marca diseñaría el barrido, espacio neutro, sitio colindante que nos toca levar (despegando de la singularidad). Lejos de un territorio cerca de un traspaso. Venir detrás, venir ayer, venir lo, qué otras desenvolturas. Semillas sonoras solo nos
brillan sonidos cuando lo abierto (es) lo que nos respira.
Si podemos inventar zonas donde transcurrir y co-existir por fuera de la cartografía de una única imagen consagrada del mundo. Qué se anuncia (enuncia) ‘entre’ el ser-con otros (que es la única
posibilidad que tenemos en cuanto singularidades) ¿Una zona donde despegar al horizonte del límite? ¿Una falla por donde desgranar el territorio? ¿En ese guión que se ubica entre-medio, espacio de borradura en disponibilidad… lo que nos atraviesa es la incompletud del deseo?
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...porque también podría tratarse de disponer de esos signos-enunciado: identidad-límite -territorio-sí mismo-pertenencia-ciudadanía-etc…no como definiciones clausuradas, sino como
estados en continua movilidad. Y tratar de ver (y vernos en) el lugar que habitamos un poco más allá o más acá, de la cuadricula que delimita la página, la ciudad, lo dispuesto, el Estado (de la
cuestión). Un lugar desde donde ser ciudadano tal vez pueda tratarse de insistir, desde la doble inclusividad de responder al llamado, consulta, pregunta, inquietud por fuera de los campos estables de subsistencia, de un otro (cualsea) :_:






Por Rosana Fernandez  23.08.2010