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30.9.10

Amigo, hierve la zona. Si no fuera porque córdoba es generosa, despoblada y bella en estos dias, no sabría uno con qué traje atravezar este invernadero. Me pregunto si será solo un vicio de peaton pampeano o una obviedad para cualquiera: córdoba
creciendo dentro de un pozo, córdoba inflándose como un hongo en su canaleta, córdoba ruidosa, siempre un circo fisurado y encantador.


Un agregado digno de investigación: colapso energético, generador roto, verano imprevisto (?), cuestión que a cada cual le toca estar sin luz seis horas al dia, en turnos variables. Si te toca por la mañana no podes trabajar, si llega por la siesta no podes dormir y de noche hay que transpirar a oscuras. La cosa lleva ya casi un
mes y hay que ver cómo mueve la cintura esta ciudad, una que para variar, depende como un vampiro de su cajeros, su internet, sus aires, sus semaforos, sus heladerias.


Pienso en los picapiedras, en el fondo del mar, en los los ciegos y en la cantidad de cosas que cada año se prenden o apagan dentro de uno. Pienso tambien en el inmenso pino de navidad que inauguraron hace dos meses : tenia 400 lamparas de todos colores. Fue lo primero que se apagó y ahora es un horrible monstruo unplugged plantado en medio de la Plaza España. Como los turnos de corte van por zonas, hay gente que atravieza la ciudad persiguiendo la luz como Victor Sueiro. Al contrario, yo trabajo a la hora en que se corta la zona A, vuelvo a casa cuando empieza el corte en la zona B y quiero ir al cine justo cuando se apaga la zona C. Así, prolongo al máximo mi
franja de abstinencia y espero que esto me reporte tantos progresos espirituales como a Victor. El que encuentra una librería encendida tiene que apurarse a elegir el libro, las cajeras cobran sin ticket y el cocinero mira el reloj mientras prende la tostadora.
La carencia de semáforo se compensa con una ración extra de sentido comun, todas las demoras se perdonan y a nadie se le ocurre reclamar que la cerveza este caliente.
La desdicha colectiva congrega a los vecinos en la vereda oscura, los novios chochos, los chorros tambien y dependiendo del humor del dia, uno siente que asiste sin aviso al comienzo del apocalipsis o al nacimiento de un nuevo, silencioso y bello mundo.


Hoy llego el alivio por causas naturales. Agua bendita, lluvia torrencial. El drama eléctrico me impidio terminar con mis tareas a tiempo, pero dice el almanaque que ya empezaron mis vacaciones.


Al cierre de esta edición, EPEC se endeuda lo necesario y adquiere un nuevo generador que devuelve inmediatamente la energia a la ciudad. Hay una foto: el aparato es gigante, tiene el mismo tamaño que el pino de navidad.


Te dejo un abrazo y me voy a ver si prende el ventilador.


J.








Jimena Gavazza 28.09.2010





Gracias a mi descarado empleador de antes, hoy me puedo levantar muy tranquilo a las 10:30 de la mañana. Desayuno y me lavo los dientes tratando de no desperdiciar agua. Preparo las cosas para ir al estudio porque pintaron unas fotos; no sé para qué cliente. Mientras espero el verde del semáforo unos locos, dignos de un circo ambulante, hacen malabares con pelotitas de colores. Abro mi billetera y les doy $2 pesos de mis $4, 50 que tengo, pongo primera y me voy. Llego al estudio en medio de una charla política y me quedo escuchando; del tema sé poco y nada. Hoy mi trabajo es cubrir una manifestación de la CGT, Moyano y toda la pesada. En otro semáforo, camino al centro, me cruzo con 2 malabaristas. Se dan cuenta que guita no tengo y cagándose de risa me piden un porro.
Llego al centro y arranca la manifestación. Es lunes y el reloj pisa las 13:30; me sorprende ver que hay autos y personas como para 
hacer dulce. Sigo a la gente que va en dirección a Tribunales II. Entre bombas y pancartas un boludo escribe con aerosol rojo todos los muros de la cañada. No puedo con mi genio y en la segunda esquina le digo: “Flaco, ¿Por qué no rayás en otro lado?”. “La gente tiene que saber”, me responde. No causo ningún efecto en él pero sigo más tranquilo porque he expresado lo que siento. Llego a Tribunales y veo un centenar de manifestantes. Calculo que el calor es lo que los hace chupar fernet con coca mientras el vendedor de choris se llena los bolsillos. El personaje a fotografiar es Moyano. Cuando me dispongo a hacer las fotos, la suerte no me acompaña: me quedo sin bateria en la cámara.
La cagada a pedos de mis jefes es inminente pero estoy contento. Vuelvo a casa y me encuentro solo. Quedan fotos en mis ojos. Allí hay calles, personas, sensaciones.






Ramiro Rosende  28.09.2010