carta inicial


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13.9.10

El baldío de la esquina, de un día para otro, dejo de ser nuestro.
Esa mañana, desde la vereda del frente, veíamos hombres musculosos con picos y palas
trazando profundos surcos.


¡Trincheras para otra guerra!


Así fue como cambiamos los juegos de pelotas por los fusiles de palos. Desde las
zanjas observábamos al enemigo.
Unos pocos días después, con baldes de cemento cubrieron nuestras guaridas.


Manuel, el chico que me gustaba, tropezó y la suela de la zapatilla quedo fijada en el
cemento. Sin querer dimos con otro juego. Cada uno dejo sus huellas y todo tipo de
señales.


¡Viva Belgrano!
¡Viva Talleres!
¡Viva el papo!
¡Viva el Che!
(Y en chiquito muy escondida la m de Manuel.)


Los ladrillos treparon alto, ocultaron nuestras señales y taparon el sol de la siesta.


Desde entonces, a veces esta cuidad me abraza y otras me expulsa.
Hallarme ha sido siempre la cuestión.
A diferencia de ella que ha crecido yo me he empequeñecido.
Ya no distingo a mis enemigos ya casi no quedan baldíos.



Por Kiki Roca  11.09.2010








Individuo. 
Multitud, personas que caminan entre la indiferencia y nihilismo sobre los otros.
Observar y ser observado, 
Miradas que atraen y sociabilizan eso que llamamos deseo.
Sentirse centrado y consciente de su entorno -hábitat.
El enmascarado y sus ojos que observan por detrás.
Un oyente casual y/o interesado por las conversaciones de los demás -spleen.
La invasión de la cartelería comercial, mientras que una retina perversa se entrena habitualmente.
El suspenso del vagabundeo anónimo.
Ejercitar la espontaneidad y oportunismos bajo situaciones determinadas.
Pensar “el otro”,
 
Multitud ¿Acaso alguien piensa la tolerancia?


Todos los días que arrojo mi cuerpo sobre eso que llamamos multitud, mi deseo es “abducir” a una persona al azar y preguntarle si tiene motivaciones para ser ciudadana y crecer como tal.







Por Horacio French   11.09.2010




Yo la haría más corta:
En Córdoba, ciudadano es sinónimo de víctima.
Un abrazo








Miguel Sablich   11.09.2010







 : te veo todos los días y te extraño todos los días. Vivís cerca de mi casa y yo  salgo todos los días. Siempre fue igual y todos no cambiamos mucho. A veces parece que hay algo nuevo y se repite otro día. 
Es el sueño de los ricos, de los pobres, de los tontos, de los sabios, el que sueñan todas las noches. Los sueños se repiten y todos los días hay que sacar la basura para llevarla lejos.
Las cosas y las personas se siguen perdiendo o desapareciendo, algunos siempre esperan el momento en el que haya algo nuevo hasta que desaparecen y los otros siguen soñando sus sueños.
 
-"Una carta para alguien". Córdoba 2010. 




Victoria Demaría

‐ Duró tres horas la declaración, quizás si el sumariante hubiera hablado menos …


‐¿Está
 en
 condiciones
 de
 hacer
 un
 reconocimiento
 fotográfico?
 Me
 preguntó
 el
 sumariante
 tartamudo.


La luz era bajo consumo. El despacho del sumariante de la comisaría 2da. no tenía ni un potus, pero se sentía el olor de un sahumerio barato. Policías sí había y entraban y salían. Aunque era de tarde y
se filtraba algo de luz desde la ventana, la penumbra aumentaba el patetismo. El ruido de la impresora de puntos ayudaba bastante. No me acuerdo si había alguna radio prendida, pero hubiera quedado bien. Bien Ripstein, claro.

‐ Acá estamos en la prehistoria de la investigación. No tenemos tecnología. Incluso los controles de alcoholemia no sirven para nada. Si usted come un caramelo, le sale positivo, ¿me entiende?
Comentaba sumariamente el sumariante tartamudo.
‐ …
‐ Si no hay delito, no podemos hacer nada, ¿me entiende? Si el masculino no la lastimó y no hubo faltante no podemos hacer nada. Tenemos que orientar la declaración, o por daños o por amenazas…
¿Usted se siente amenazada?
‐ …

Entró una mujer policía:
‐ ¿Cuántos heridos hubo en el accidente?
‐ Dos graves y uno que ya está tocando el arpa… (contestó el sumariante tartamudo)
‐ No! Que si se muere tengo que hacer los papeles de nuevo!
Cuando era chiquita y no había tv por cable veía Chips. Me gustaba Poncharello. Después cuando crecí y cayó la dictadura, entendí.


Tres horas antes, el hall de la comisaría tenía TN a todo volumen. Nunca falta una buena película acompañando placenteramente un viaje: Aeropuerto 78 o Terror en el vuelo no sé cuanto.
Desde la vereda se podían escuchar las alarmantes noticias de último momento. Me fui pensando en que algo tenía que hacer con la declaración.
El hall no tenía ni un puto potus.









Por Mónica Fessel  12.09.2010













ciudadano, na.

1. adj. Natural o vecino de una ciudad. U. t. c. s.

2. adj. Perteneciente o relativo a la ciudad o a los ciudadanos.

3. m. Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos

como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en

el gobierno del país.

4. m. hombre bueno.

El diccionario parece ser el recinto al que uno acude cuando no atina a formular algo. Una vez más el origen está ligado
a un lugar común.

Desde que recibí el recado de decir algo en torno a ser ciudadano me encuentro pensando. Tal vez precisamente ahí, en
los gerundios, resida el valor de estas solicitudes de colaboración: las curiosidades o dudas o cuestionamientos o como
sea que llamemos a esto, se propagan, se hacen contagiosos, se instalan en el otro y es ahí donde comienza un
intercambio, aunque no siempre todo esto se resuelva en una respuesta.

Y justo hoy, domingo, que decido sentarme a generar un documento para enviarte, es de esos días en que la cabeza se
parece tanto al cielo; y hoy, en la Ciudad de México, hay un cielo nublado.

Si me ajusto a las definiciones de la Real Academia Española, más que pensarme ciudadana debería pensar la extranjería.
Pero asociando ambos términos podría decir que me siento más ciudadana en México desde que escucho a Carmen
Aristegui por la radio, una radio portátil que me mandó mi mamá hace un par de meses, una de esas como la que tenía
Mafalda, de esas que uno acarrea hasta la cocina para apagar el fuego antes de que hierva la pava para que no se queme
la yerba…y para no interrumpir el reporte de noticias.

Sí, creo que escoger una Voz en la dudosa maraña de los medios de comunicación, y creer en esa Voz, es un indicador
importante del grado de apropiación de la vida de una ciudad, ciudad otra, donde uno hace diarios ejercicios de
pertenencia y de participación pero donde es, esencialmente, un extranjero. Hace un tiempo me filtré en una cátedra
de Historia del arte, en la UNAM, y cuando manifesté mi interés por participar, sin estar inscripta ni pertenecer al
doctorado, la profesora me dijo ¿de Córdoba? Bienvenida, he tenido muy buenas experiencias con gente de tu ciudad…

¿Será eso ser ciudadano? ¿Sentirse, por un momento, orgulloso de un lugar del que, por algunas razones, se ha decidido
partir? ¿Será que partir se parece a dejar de pertenecer?

Por la zona que escogí para vivir, esencialmente popular, no detecto mis problemas en la cola del súper porque es un
súper que si acaso alcanza a cubrir la canasta básica, una canasta básica pensada en función de las necesidades de los
vecinos, por lo tanto sólo hay una caja donde no importa si se exceden los 10 productos porque no hay caja rápida sino
gente haciendo la cola sin prisas, aceptando la demora como una condición irrefutable…

El malestar ciudadano se me presenta haciendo uso de la bicicleta como medio de transporte cotidiano. El espacio para
un ciclista (en esta ciudad donde el ciclista es un extraño ser que se atreve a enfrentar la jungla y que generalmente es
extranjero, claro) se ve reducido a un delgado pasillo entre la fila de coches y la banquina, siempre del lado derecho. Y
si por desgracia es una calle por donde pasa transporte público es estar en peligro constante porque en cualquier punto,

sin ningún tipo de reglamentación, por la puerta delantera o trasera, orillado o no el transporte, desciende un pasajero,
un transeúnte: el peor enemigo de un ciclista. Aquel que cruza la calle por donde quiere y camina ignorando la vereda o
porque ya no cabe en ella de tanto tianguis…transeúntes, ciudadanos.

Tal vez sea este un problema de urbanización, más que de ciudadanía, o más bien de comportamiento de masas en una
ciudad tan densamente poblada donde además de los capitalinos están los que llegan de todos los puntos del país a la
gran ciudad, esa fuente de trabajo y de oportunidades... Más nosotros, los extranjeros.

¿Ser ciudadano? ¿Hombre bueno? Cuando me mudé a este departamento que está llenándose de plantas, a falta de
muebles, no tenía más que unos puchos y un poco de yerba y cajas y bolsas por abrir y ubicar. El portero de este edificio
me prestó su tanque de gas (para que no gastes) y me hizo un dibujo, que adjunto, para explicarme qué accesorios debía
comprar para hacer la instalación. Acababa de conocerlo y la primera experiencia fue este ofrecimiento. Y, dado que el
departamento al que me mudé está en un tercer piso en un edificio de escaleras angostas y mi bicicleta pesa unos 25kg.
he obtenido el permiso de dejarla en el primero, donde sólo hay bodegas. Permiso concedido también por el portero. ¿Es
esto ser ciudadano? ¿Hombre bueno? O, ser ciudadano, tal vez sea que, a diferencia de su padre y su hermano que
cruzaron la frontera hace años, Iván, el portero, haya escogido la vida que lleva acá con su mujer y sus dos hijos unas
escaleras más arriba, vendiendo cada día golosinas y desayunos en la puerta de este mismo edificio, donde hay una
bicicleta en el descanso del primer piso donde sólo hay bodegas… y donde, por esta familia viviendo en el último piso, la
terraza ya no es un espacio común, sino apropiado.

895 palabras después sospecho que la palabra más cercana al término ciudadano es apropiación.





Por Ana Gilardi  12.09.2010





El limonero  
 












Por Sara Carpio   10.09.2010






Como una ráfaga de viento, me detengo y pienso. Mi lugar en el mundo es apenas un desierto. Vivo donde el ruido es la amalgama que nos une, mientras aprendemos a ocultarnos de las miradas. 
Vivo (si es que vivo) dentro de un callejón infinito de concreto, donde dibujo soles y gotas de lluvia con los lápices del recuerdo en algún rincón.

No pierdo la costumbre de mirar a los ojos, de abrir la mano, de sonreír al prójimo aunque sea a la distancia aunque a veces la costumbre sea otra y vaya roiendo nuestra humanidad.

Un sueño pequeñito envuelto en papeles trazados con líneas que intentan formar una casa, un plano, un futuro. Un sueño amamantado en calles de humo, crece y me alimenta. Me sostiene entre miles de rostros apretados en el subte. Me devuelve la sonrisa tras otro día de invierno despojado de abrazos, de saludos desconocidos.

Pronto pisare la tierra, mirare a mi mujer a los ojos y abrazare a todos aquellos que se han cruzado ante mis ojos a través de ella. 

Volviendo de nuestro viaje por el mundo abstracto, reconoceremos las manos, los ojos y a nosotros mismos en los otros.
De a poco iremos despertando.

Un abrazo







Por Leo Fontani    10.09.2010










Acción D.E.S.A.R.M.E 0 /Daniel Acosta/ Unqui. Quilmes/07




Por Daniel Acosta   10.09.2010










yo no soy...

ciudadano. soy de otra parte en donde las que crecen son las plantas y no los edificios.
abrazo,
remo.




Por Remo Bianchedi   10.09.2010









A nosotros nos gusta acá, Buenos Aires. .


Comenzamos el día cuando el cuerpo siente ganas y estas ganas casi siempre tienen que
ver cuando Piolín decide bajarse de la cama y llorar hasta que se le abre la puerta para
salir a mear.


Siempre la misma rutina. Ver por la ventana y supervisar que todas las cajeras del
COTO estén en sus puestos de trabajo. Ver como va la gente vestida. Frío o calor, la
dicotomía del día. Necesidad imperiosa de oler a café y tostadas. Aroma a cocina de
madre. Amor primario.


Repasamos la lista de cosas a hacer minuciosamente preparada. Tachamos,
como un preso cuenta los días, todas las ya realizadas. Re-agendar es doloroso.


Tratamos de no salir por la mañana. Es como cabalgar sin montura.


Suenan las campanas de La Piedad. Para quien?. Vamos a la ventana los tres. Pasa el
Señor de los Milagros entre cantos, rezos y ahumado por los anticuchos. Corazones
trozados y atravesados por pequeñas lanzas que esperan ser devorado cuando el de Los
Milagros atraviese las rejas.


Caminamos apurados. Parece no haber tiempo nunca. Somos los únicos que hablamos.
Nos preguntamos sino tendrán sueños o escenas de infancia para contar. Si no
hablamos, caminamos silbando bajito. Observamos que todo esté como ayer; es como
si fueramos encuestadores del progreso. Festejamos lo nuevo y también lo viejo
reciclado. Nuestros ojos parecen querer recrear esta realidad ampliada ya por cientos
de turistas que corren en la plaza Congreso para captar con sus celulares las palomas.


Tenemos hambre. Hay que comer parados una porción de pizza y algo para beber. Un
señor y un joven se agarran la mano. Se besan. Nadie los observa. Parece como si toda
la vida en esta pizzería dos hombres se hubieran amado libremente. La semana pasada
cuando estábamos todos en la plaza esperando la votación de la ley era todo diferente.


Nos preguntamos: cuando las cosas comenzaron a ser prohibidas?


Todo va tan rápido. Entonces, preferimos bordar, bordar como tratando de retener el
tiempo. ..y tratar de retener el hilo… es como si con la aguja decidiéramos que ritmo
tienen que tener nuestras vidas.


El lavarropas de repente se detiene. Nosotros seguimos dando vueltas.


En Buenos Aires hoy ya se respira otro aire.






Por Leo Chiachio y Daniel Gianone   10.09.2010
Este mail es para mí en la ciudad?


 Por Martín N. J. Russo   10.09.2010










       .......es perfecta
                  tiza y pizarrón.....
 
 



 

Por Diana Grunhaut  09.09.2010