ciudadano, na.
1. adj. Natural o vecino de una ciudad. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a la ciudad o a los ciudadanos.
3. m. Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos
como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en
el gobierno del país.
4. m. hombre bueno.
El diccionario parece ser el recinto al que uno acude cuando no atina a formular algo. Una vez más el origen está ligado
a un lugar común.
Desde que recibí el recado de decir algo en torno a ser ciudadano me encuentro pensando. Tal vez precisamente ahí, en
los gerundios, resida el valor de estas solicitudes de colaboración: las curiosidades o dudas o cuestionamientos o como
sea que llamemos a esto, se propagan, se hacen contagiosos, se instalan en el otro y es ahí donde comienza un
intercambio, aunque no siempre todo esto se resuelva en una respuesta.
Y justo hoy, domingo, que decido sentarme a generar un documento para enviarte, es de esos días en que la cabeza se
parece tanto al cielo; y hoy, en la Ciudad de México, hay un cielo nublado.
Si me ajusto a las definiciones de la Real Academia Española, más que pensarme ciudadana debería pensar la extranjería.
Pero asociando ambos términos podría decir que me siento más ciudadana en México desde que escucho a Carmen
Aristegui por la radio, una radio portátil que me mandó mi mamá hace un par de meses, una de esas como la que tenía
Mafalda, de esas que uno acarrea hasta la cocina para apagar el fuego antes de que hierva la pava para que no se queme
la yerba…y para no interrumpir el reporte de noticias.
Sí, creo que escoger una Voz en la dudosa maraña de los medios de comunicación, y creer en esa Voz, es un indicador
importante del grado de apropiación de la vida de una ciudad, ciudad otra, donde uno hace diarios ejercicios de
pertenencia y de participación pero donde es, esencialmente, un extranjero. Hace un tiempo me filtré en una cátedra
de Historia del arte, en la UNAM, y cuando manifesté mi interés por participar, sin estar inscripta ni pertenecer al
doctorado, la profesora me dijo ¿de Córdoba? Bienvenida, he tenido muy buenas experiencias con gente de tu ciudad…
¿Será eso ser ciudadano? ¿Sentirse, por un momento, orgulloso de un lugar del que, por algunas razones, se ha decidido
partir? ¿Será que partir se parece a dejar de pertenecer?
Por la zona que escogí para vivir, esencialmente popular, no detecto mis problemas en la cola del súper porque es un
súper que si acaso alcanza a cubrir la canasta básica, una canasta básica pensada en función de las necesidades de los
vecinos, por lo tanto sólo hay una caja donde no importa si se exceden los 10 productos porque no hay caja rápida sino
gente haciendo la cola sin prisas, aceptando la demora como una condición irrefutable…
El malestar ciudadano se me presenta haciendo uso de la bicicleta como medio de transporte cotidiano. El espacio para
un ciclista (en esta ciudad donde el ciclista es un extraño ser que se atreve a enfrentar la jungla y que generalmente es
extranjero, claro) se ve reducido a un delgado pasillo entre la fila de coches y la banquina, siempre del lado derecho. Y
si por desgracia es una calle por donde pasa transporte público es estar en peligro constante porque en cualquier punto,
sin ningún tipo de reglamentación, por la puerta delantera o trasera, orillado o no el transporte, desciende un pasajero,
un transeúnte: el peor enemigo de un ciclista. Aquel que cruza la calle por donde quiere y camina ignorando la vereda o
porque ya no cabe en ella de tanto tianguis…transeúntes, ciudadanos.
Tal vez sea este un problema de urbanización, más que de ciudadanía, o más bien de comportamiento de masas en una
ciudad tan densamente poblada donde además de los capitalinos están los que llegan de todos los puntos del país a la
gran ciudad, esa fuente de trabajo y de oportunidades... Más nosotros, los extranjeros.
¿Ser ciudadano? ¿Hombre bueno? Cuando me mudé a este departamento que está llenándose de plantas, a falta de
muebles, no tenía más que unos puchos y un poco de yerba y cajas y bolsas por abrir y ubicar. El portero de este edificio
me prestó su tanque de gas (para que no gastes) y me hizo un dibujo, que adjunto, para explicarme qué accesorios debía
comprar para hacer la instalación. Acababa de conocerlo y la primera experiencia fue este ofrecimiento. Y, dado que el
departamento al que me mudé está en un tercer piso en un edificio de escaleras angostas y mi bicicleta pesa unos 25kg.
he obtenido el permiso de dejarla en el primero, donde sólo hay bodegas. Permiso concedido también por el portero. ¿Es
esto ser ciudadano? ¿Hombre bueno? O, ser ciudadano, tal vez sea que, a diferencia de su padre y su hermano que
cruzaron la frontera hace años, Iván, el portero, haya escogido la vida que lleva acá con su mujer y sus dos hijos unas
escaleras más arriba, vendiendo cada día golosinas y desayunos en la puerta de este mismo edificio, donde hay una
bicicleta en el descanso del primer piso donde sólo hay bodegas… y donde, por esta familia viviendo en el último piso, la
terraza ya no es un espacio común, sino apropiado.
895 palabras después sospecho que la palabra más cercana al término ciudadano es apropiación.